A propósito de la pintura de Chema Herreros
Angélica Tanarro
En su breve ensayo 'Sobre la visibilidad', John Berger escribe "Mirar: Todo lo que sobresale del perfil, el contorno, la categoría, el nombre de lo que es". Pienso en esta frase contemplando los cuadros de Chema Herreros ha seleccionado para esta exposición que ha llamado 'Ordenar el caos'. Sigue diciendo Berger: "Todas las apariencias están continuamente intercambiándose. Mirar es someter el sentido de la vista a esta interdependencia".
De un tiempo a esta parte Herreros, que siempre ha simultaneado la tabla, la tela y el papel como soportes para sus visiones, parece haberse detenido de una manera especial en la mirada. En la mirada de los demás sobre su obra. Y probablemente lo ha hecho de una forma inconsciente. No hablo de ese apartarse un metro o dos… acercarse con la brocha o el pincel, jugar a que las apariencias no engañan y dar un toque, justo una pincelada, aquello que puede llegar a cambiar la presunta apariencia de las cosas y, siguiendo a Berger, conseguir su floración. Sino de algo más al fondo, algo en el punto de partida (o de llegada) de su razón de pintar. Algo como una voluntad de comunicar(se) con el espectador.
Aquello que sobresale del perfil en sus cuadros es el subrayado procedente de la relación con un material que, desde hace no mucho tiempo, comparte su estudio con esmaltes, tintas, brochas y pinceles y que ha conferido a sus obras una cierta organicidad. La pintura, así, se sale del cuadro no a causa de aquella voluntad matérica que protagonizó el género desde la década de los sesenta del siglo XX hasta casi su final, sino mediante la invitación a participar a un polímero plástico con el que ensaya formas y estudia las relaciones del color. Las formas pegadas entre los campos de color hacen el papel de dibujo, de ese dibujo que tampoco ha abandonado nunca el arte de Chema Herreros. O de frontera, o de elemento catalizador de la gama cromática utilizada. O de elemento en un paisaje irreal. O de concreción de la pintura misma.
Hablamos de procesos. Para Herreros, la pintura no es solo una profesión, es la dedicación de toda una vida y, afortunadamente para él, ha sido en general una relación tranquila. El terror que para ciertos artistas supone el lienzo en blanco (el pintor Eduardo Arroyo, recientemente desaparecido hablaba de él en ocasiones) se queda para Herreros, si acaso, en inquietud, una inquietud solventada por su manera lúdica de acercarse a este caos que es el arte tal como él lo concibe y, por supuesto, la vida.
En ese 'Ordenar el caos' que da título a la muestra reside la ironía del que sabe que es una misión imposible. Desde esa intuición (la intuición, qué importante a lo largo de su carrera) es más fácil enfrentarse al blanco con una cierta alegría y respetarlo. Por eso los vacíos tienen un papel esencial en estos cuadros. Aportan luminosidad, aportan armonía y silencio. El vacío, otro de los grandes asuntos del arte.
La búsqueda de una cierta armonía que se refleja en las formas repetidas, a modo de plantillas o redes, que aparecen en algunas obras, me recuerda ciertos aspectos de la obra del francés Jean Hélion, sobre todo de su serie 'Equilibrios', antes de que renunciara definitivamente a la abstracción. Pero lo que le diferencia a Herreros de aquel es otro de sus rasgos distintivos, el dibujo. Esa energía que atraviesa el lienzo.
En su caso el dibujo es eso, pura energía, trazo expresivo, una especie de 'pentimento' de esa alegría que recorre en esta última etapa sus obras. Unas veces rúbrica, y otras relato, no se entiende la obra de Herreros sin esa fuerza del signo atravesando las manchas de color y sus ausencias. En el principio de los tiempos (ya desde las cuevas de Altamira) fue el dibujo y este ha permanecido en el ADN del artista.
Hablaba hace unos años Chema Herreros de la inexistencia de la pintura. La veía si acaso como la fina película que se interpone entre la materialidad de la escultura y las vibraciones de la música o de las ondas que emite el mundo. Han pasado décadas y muchos movimientos contradictorios desde que el arte abstracto encontrara en las vibraciones de la música un vehículo de traducción de sensaciones al cuadro. Herreros pertenece a esa fecunda tradición. En sus obras se encuentran los ecos de muchas indagaciones, pero es dueño de su lenguaje y aquí nos muestra esa delgada película con la que interpreta el mundo y trata utópicamente de ordenar el caos.
Ordenar el caos - Museo de Arte Contemporáneo Español PATIO HERRERIANO